La niña náufraga

3/31/2012 diecisietecosas 0 Comments

Foto: EL MUNDO

El padre de Arnhild quería darle a sus hijos un futuro mejor. Por eso decidió buscar un viejo barco antiminas para reconvertirlo. Metió su vida dentro, y partió desde Noruega en un largo camino hacia las Islas Galápagos, donde algunos paisanos noruegos se habían establecido montando empresas conserveras.

Pero la travesía del Thalassa se truncó aquella Nochevieja de 1948. Habían pasado unos días en el Puerto de Vigo, celebrando la Navidad, hasta un árbol lleno de adornos tenían en cubierta que les encantaba a los 3 niños de la familia.
El viaje hacia un futuro mejor terminó con un temporal de mar, frente a las costas de Baiona.

Y una mañana de Año Nuevo de 1949 Arnhild, con solo 10 años, se despertó entre las rocas, solo con un chaleco salvavidas.
Y así, sola, reinició su vida.

En Baiona la historia era dificil de olvidar. Aquella imagen de la niña no se iba de la cabeza de muchos, como aquella pareja, esperando un bebé, por lo que decidieron ponerle a su hija el nombre de aquella niña que reiniciaba su vida en Noruega, despues de un naufragio que la marcaría para siempre.

Pero Arnhild antes de irse jugó en el jardin con los hijos de la familia de un militar que la acogió unas semanas. Y aún los recuerda.

Arnilda pasó toda su vida imaginándose como sería esa otra Arnilda de la que hablaban sus padres.
Y cuando miraba al mar, pensaba en mandar un mensaje en una botella, a ver si llegaba a Noruega.
Su mensaje, 60 años después lo mandó su hija, y Facebook contestó su pregunta a miles de kilómetros.
Por eso, Arnhild aún recuerda con emoción aquel mensaje que leyó un día en su pantalla. '¿eres tú la Arnilda que estoy buscando?'

Hoy, Arnilda&Arnilda están juntas.
Las he visto pasear por las calles de Baiona, visitar esa tumba donde una familia noruega y su tripulación dejó aquel futuro dorado en las Islas Galápagos.

Ella recuerda hoy el jardin donde jugaba con aquellos niños, y la playa llena de rocas donde despertó una mañana, una playa que  hace unas horas se atrevió a visitar de nuevo, sin entender aún, dice, como estando tan cerca de la costa solo se pudo salvar ella.

Es el último capítulo de un triste naufragio, un final feliz para dos niñas, dos hermanas de nombre, que hoy se han abrazado en Baiona.

Y como esta es una de las pocas historias que nos dejan contar en estos duras días de dramas televisados, he querido compartirla, porque un minuto y medio es demasiado poco para tanta emoción.


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