Al otro lado del cristal
Ya no aguantaba más y se fué al coche.
Harta de peleas y de gritos.
Se puso chula. Como los pollos del anuncio...''a lo mejor me voy al coche'',...''a lo mejor''... le dijo él. Y allà lleva 13 dÃas, metida en el coche. Se ha llevado los apuntes de la oposición, para pasar el rato. A ver si asà aprovecha y estudia un poco, y se olvida de tanta discusión. Además aquà en silencio, puede concentrarse, y el temario del Sergas va pasando. Lo malo es el frÃo. No enciende el coche ni pone la calefacción, asi que toca taparse con el saco de dormir, y cuando el sol pega fuerte y quiere oscuridad, recupera el parasol del verano.
Aquel verano en el que aún eran felices juntos.
Hasta que llegaron esos pesados. Y se acabó la calma.
'Menudo temazo tengo', pensó él. Habló con los vecinos, se montó su novela e intentó hablar con ella golpeándole en el cristal. Pero ella no querÃa.
Le contaron que tenia un novio, y que el coche es de segunda mano, y que los apuntes son de una oposicion al Sergas. Le contaron todo. Todo lo que sabÃan o creÃan saber, entre café y carajillos en el bar de al lado, y se montó una pelÃcula. De las que sabe que le gustan a sus jefes. Ahora esos jefes se jactan, mirándose el ombligo, del éxito periodÃstico. Pocas veces tuvieron tantas visitas en la pagina web del periódico.
'Menuda la hemos armado', piensa orgulloso, con ese orgullo de los periodistas de pueblo, que saben que inflar una historia que se cuenta en dos lineas, y convertirla en una novela de una página no es tan complicado y lo ha hecho tantas veces... 'Menuda la hemos armado'.
Su madre no deja de gritar, y ella empieza a estar harta. Ella con ese tono de voz tan chirriante, y mareándola durante todo el dÃa. La tele alta de fondo, con el programa de la tarde y ella entrando en la habitación a cada minuto.Y las oposiciones ahà al lado. TenÃa que haber empezado a estudiar antes.
Cuando lleva dos folios, entra su hermano pequeño, a que le arregle el ordenador.
Tres folios. Y su madre le dice, si quiere el pollo con arroz, o mejor con patatas.
Se acabó.
Se coge los apuntes, el saco de dormir y una toalla y se va al coche.
Años estudiando para ahora perderlo todo. No puede ser. Tiene que concentrarse como sea.
Y ahà lleva 13 dÃas. Casi 4 temas se ha repasado enteritos. Esta vez puede aprobar.
Y si aprueba, merece la pena el frÃo, el silencio y que los vecinos la miren de vez en cuando.
Hasta que llegaron esos pesados. Y se acabó la calma.
Tantos años trabajando y nunca se habÃan visto en una situación tan ridÃcula. Una noticia en un periódico, un poco de noveleo, y ahà estaban.
Por si ella quiere hablar.
Entre la risa y la vergüenza, mirando un coche solitario aparcado al lado de un campo de fútbol, empañado por el vaho.
Pero ella no habla. Ni siquiera se le escuchan bien los insultos desde el otro lado del cristal, cuando les pide que se vayan. Asà que si ella no quiere ser noticia, el coche aparcado es la noticia.
Pero ya es noticia, aunque no lo sepa. Aunque no le guste.
Cuando propuso el trabajo en la Facultad dijeron que era una locura. Que no aguantarÃa. Pero ella sabÃa que sÃ, porque a cabezona no la ganaba nadie.
El proyecto era arriesgado, pero sabÃa que era un buen trabajo de fin de carrera.
Si querÃa ser una socióloga de verdad, tendrÃa que convertirse ella mismo en experimento.
Le pidió a una amiga unos apuntes. ''Solo tengo de cuando me presenté a las plazas de enfermera del Sergas''. ''Me valen'', le dijo. Cualquier cosa que valga para pasar el rato leyendo.
Y se llevó los apuntes, un saco de dormir y una toalla. Se pasarÃa allà al menos un mes.
Ese era el plazo. Todo el dÃa en el coche, leyendo los apuntes y escuchando la radio.
Eligió aquel lugar porque era solitario, y también porque a pesar de eso, habÃa un cuartel de la Guardia Civil cerca, por lo que pueda pasar.
Los primeros dÃas solo la miraban extrañadas las vecinas.
De vez en cuando alguien se paraba, pegando la nariz al cristal para ver que hacÃa o quien era.
Se habia puesto un plazo de un mes para que el proyecto llegara a su parte central.
Convertirse en noticia.
Por eso, solo salia del coche cuando nadie la veia, y a ratos tomaba apuntes sobre lo que ocurrÃa a su alrededor.
Pero no le hicieron falta ni dos semanas. En el dÃa 11 de encierro, llegó un periodista, le tocó en el cristal, y ella soltó las frases que tenÃa preparadas, y puso la cara de enfado, que llevaba ensayando tantas noches en el espejo del coche. Y el experimento funcionó.
Al dÃa siguiente aparecieron más. De todos los medios. Y ella siguió repitiendo frases y gestos desde dentro del coche.
El sobresaliente para el trabajo de fin de carrera de SociologÃa estaba asegurado.
Aquà podeis leer la noticia real (de EL CORREO GALLEGO) sobre la misteriosa estudiante que vive en un coche. Y mientras ella no salga del coche, podeis elucubrar conmmigo sobre por qué sigue ahÃ.
(Gracias Rober por aportar algunas de las ideas!!)
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