Tengo lo tuyo

7/26/2009 diecisietecosas 4 Comments

Te puede el ansia viendo esa textura.
Se ofrece a ir a por ello.
Y se lo encargas por correo y casi en secreto.
Mensaje va y mensaje viene, te ansias pidiendo mercancía, aunque sabes que no deberías gastarte tanto dinero en eso.
Que es demasiado.
Que cada día quieres más.
Pero ella se ofrece y tú sabes que le debes la vida.
Y esperas las horas que casi no pasan, para que vuelva con todo lo comprado.
En ese lugar, lejano, difícil de llegar, y sin carteles ni publicidad.
Pero ha vuelto y tiene lo tuyo.
Y le pagas. No con un billete arrugado que te ha costado conseguir pero con una transferencia inmediata, y silenciosa que sabes, te traerá más de un instante de felicidad.
Y tu mercancía viene de camino, cruzando kilómetros, y sin levantar las sospechas de nadie, ni de la cartera que podría sospechar pero no lo hace, y solo sonríe mientras sube en el ascensor, cuando recibes tanto paquete de lugares tan sospechosos como Hong Kong, Canadá o Madrid.
Y cuando llama a tu puerta le miras con ansia las manos.
Entras corriendo y abres el paquete, con cuidado de no echar a perder nada. Pero con prisa.
Y lo miras una y otra vez.
Y te gusta.
Y lo pruebas.
Y te gusta más.
A la mañana siguiente te levantas pensando en más y agradeciéndole a este mundo que existan camellas. Rápidas y a domicilio.


Y cuando bajas en el ascensor buscas el reflejo de la luz en tus pómulos. A veces, para ser un poco más feliz durante un ratito solo hace falta una buena camella, y unos euritos.
La cartera también se mira de reojo en el espejo del ascensor, en busca del brillo en sus mejillas.


PD.Me llamo P. y me gusta ser una poti-adicta.

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